martes, 30 de abril de 2013

¿Terroristas?

Hoy estallo en mil pedazos. El amarillismo impregna con tanto ímpetu las páginas de los periódicos y las noticias en la televisión y la radio que estallo.
¿De verdad se considera a los autores de lo que ocurrió en la maratón de Bostón terroristas? Me he atiborrado de esta palabra durante todos estos días, en los que las informaciones eran muy tendenciosas.
Maratón de Boston. Momento de la explosión (15/04/2013)
Primero fue la nacionalidad algo sumamente relevante. Creo que fue una de las primeras, sino la primera, de las informaciones que trascendió cuando estaban huidos. El origen checheno parecía ser el detonante de lo ocurrido.  Luego, lanzaron datos que apuntaban a la "fuerte" religión que practicaban, acompañados de dudas sobre si detrás había alguna organización, ahora sí, de terroristas internacionales.
Para mí no son terroristas. Son locos que cometieron un acto violento, que se llevaron la vida de tres personas e hirieron a más de cien. Locos que actuaron de una forma -podríamos denominar- rudimentaria y que cuidaron muy poco el pasar desapercibidos entre la multitud allí agolpada.
Me pregunto si son terroristas los que han puesto un coche bomba hoy en Siria que se ha llevado la vida de al menos 13 personas. Porque creo que los medios no hacen hincapié en las personas que cometen el atentado ni profundizan en la noticia y en sus consecuencias.
Restos del coche-bomba que ha explotado en Siria (30/04/13)
Está claro que cualquier acto violento es deplorable pero lo que creo que no está tan claro es que se dé la misma importancia según el lugar en el que ocurra. Se supone que lo que importa son las víctimas y, por la memoria de todos aquellos que pierden la vida por este tipo de barbaries, debería ser tratada con el mismo respeto. Y hablo de respeto porque considero que el tratamiento de las noticias dice todo sobre los valores que los medios de comunicación consideran fundamentales para la sociedad.
Y parece que se olvida.

lunes, 15 de abril de 2013

Premio Pulitzer

Manu Brabo, permio Pulitzer 2013. Debo confesar que desde que descubrí a este fotógrafo hace un par de años, me quedé impresionada. 

Agonía (Manu Brabo) octubre 2012, Siria.

Siempre he tenido una visión bastante escéptica sobre los relatos fotografiados de una guerra. Pero todo cambió a raíz de encontrármelo por casualidad en Internet. Sus fotografías me contaron más de lo que los relatos de un conflicto fueron capaces de narrar(me). Una visión de la cruda realidad era más que suficiente para explicar lo que sucedía. Un trabajo, bajo mi punto de vista, increíble. 

Más tarde descubrí, también casualmente, su blog. Me leí una entrada tras otra, hasta que llegué al inicio. Reteniendo toda la información relevante e interesante que poblaban sus escritos. Me di cuenta de que sí, le pagaban por vender esas fotografías, pero su trabajo se extrapolaba de todo aquello.

Manu Brabo fue prisionero de las tropas de Gadafi durante 44 días en abril y mayo del 2011. A partir de ese momento, desgraciada o afortunadamente, muchas personas comenzaron a conocer su trabajo. Estar donde transcurre un conflicto armado, tiene sus peligros. Y yo creo que la fortaleza de éstas personas que van a ese tipo de lugares no radica en aceptar el empleo, puesto que son freelance, sino en ser conscientes de que tienen que volver a casa...


Hay personas que tienen la facilidad de transmitir con una frase, un discurso, un gesto o una mirada. Manu Brabo es capaz de retener un sentimiento en el objetivo de su cámara, y hacértelo llegar, salvando las evidencias, de una forma u otra. 

Hoy, me vienen a la cabeza las palabras de Pampliega: “Ninguna foto ni ningún premio vale la vida de una persona. Mi labor es retratar lo que allí sucede. Lo que tú no ves y lo que no explican las fotos es qué pasa cuando yo bajo la cámara”.